Seres de los que se habla en susurros desde el principio de los tiempos, conocidos como los Huecos, habitan en su interior y contro. Sin otro lugar al que ir sino hacia abajo, nuestro intrépido héroe se sumerge en una mazmorra aparentemente interminable que no conoce nada más que dolor y miseria. A medida que la energía maligna pesa sobre la atmósfera, se abre un abismo y nace lo que solo puede describirse como una estructura maligna de puro odio. El mundo de la superficie se ha vuelto inútil.
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